miércoles, 15 de agosto de 2012

me quedé mirando el desierto con mis ojos enrulados y ví en lo amarillo polviento algo que se podría parecer a tus ojos. ¿tus ojos, cuando ni siquiera te conozco? pensé que era un error, que no había ningun ojo dibujado por el viento, que qué estupidez. pero no sé por qué me dí vuelta y los ví de nuevo, tus ojos, mirándome, como si fuera transparente, pero al mismo tiempo lo más concreto en medio de la arena.

volví a santiago con la esperanza de nunca más encontrar tus ojos, ni en las montañas, ni en el mar. pero ¿qué hacer cuando se aparecen en mi cabeza simplemente, y no los logro detener? se mueven, rápido y lento al mismo tiempo, están vivos, son tus ojos.


decidí irme para siempre, irme lejos. elegí al azar qualquier motivo corriente, pero la verdad, dentro de mí, son tus ojos que no quieren encontrarse con los tuyos. ¿no es huir algo así como lo más cobarde que he hecho en toda mi vida? me fui de buenos aires, sabes, por que allá nadie pensaba en algo más que su peso y su masa corporal y que cuanto queso has comido y que te va a subir el colesterol y que engordaste mucho y que no comamos hoy, así no engordamos.

la verdad, no te conozco. y si algún día te conocí, se terminó en el momento exacto que prendiste ese cigarrillo, empezaste a fumarte mi alma, mi corazón, mi amor, mi ser y todo lo que viene junto.

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